Síndrome de la impostora
En alguna ocasión has sentido que no mereces tus éxitos? Has pensado que tu posición profesional o personal es a causa de la suerte? Has pensado en no postular a un puesto de trabajo porque crees que no tienes los conocimientos suficientes? … Quizás estos pensamientos tienen que ver con lo que se denomina Síndrome de la Impostora, del que hoy hablaremos.

Lo primero que os diré es que este síndrome no afecta exclusivamente a las mujeres, puesto que los hombres también pueden sufrirlo. Pero como que es mucho más frecuente en las mujeres, lo comentaremos desde la perspectiva femenina.
El Síndrome de la Impostora es un término que se utiliza para describir la sensación de inseguridad ante nuestros logros o éxitos. La causa principal suele ser una baja autoestima que nos hace dudar constantemente de si realmente somos capaces de estar a cargos de responsabilidad, además de la creencia que todo el que hemos conseguido ha sido fruto de la casualidad o la suerte. Las mujeres que lo experimentan suelen tener miedo de ser descubiertos, puesto que se consideran un fraude y no valoran sus habilidades y competencias.
Las mujeres que se encuentran en esta situación suelen tener creencias como por ejemplo: «no soy bastante buena»; «he tenido suerte»; «no tengo nada a aportar»; «soy un fraude»; etc. Y precisamente estas creencias suelen ser más frecuentes en mujeres porque la posición social y el rol que nos han asignado tradicionalmente nos posiciona fuera de los cargos de responsabilidad y esto nos hace sentir fuera de lugar cuando conseguimos hitos históricamente reservados a los hombres.

Estas sensaciones vienen determinadas por muchos factores. Estos son algunos:
- Baja autoestima: los mensajes que interiorizamos en la infancia son cruciales para crear una buena confianza en nosotros mismas y determinan como nos valoramos.
- Autoevaluación severa: cuando nos exigimos la perfección y tendemos a ser muy críticas con nosotros mismas, podemos acabar infravalorando nuestras competencias y habilidades.
- Expectativas sociales y culturales: los roles de género pueden afectar a cómo nos vemos y nos pueden hacer sentir menos capaces y menos merecedoras del éxito.
- Sociedad basada en la meritocracia: vivimos en una sociedad en el cual se premia la competitividad y existe la falsa creencia que, cuanto más te esfuerces, más cerca estarás del éxito, sin tener en cuenta otros aspectos importantes como la pertenencia a grupos minoritarios o marginados, o los estereotipos y prejuicios sociales. Todo esto poco crear frustración y pensamientos negativos hacia nosotros.
- Experiencias previas: las experiencias previas de fracaso o de ser subestimada pueden contribuir a la inseguridad y a la falta de confianza en una misma.
Todos estos factores pueden contribuir, en mayor o menor medida, a sufrir el Síndrome de la impostora en algún momento de nuestra vida. Como consecuencia, podemos vivir ansiedad o estrés en el puesto de trabajo, además de evitar oportunidades de promoción o reconocimiento de logros por esta sensación constante de duda hacia nosotros mismas. Si no nos hacemos cargo de estas sensaciones, a la larga puede llegar a afectarnos en las relaciones interpersonales, en nuestro rendimiento laboral y en nuestra autoestima.

¿Y como dejar de lado este auto-sabotaje constante?
Primero hay que entender que nuestra manera de actuar viene dada por nuestra «mochila», es decir, nuestras vivencias y creencias. Lo importante es trabajar y enfocarnos en identificar y disminuir esas creencias que nos limitan y nos provocan malestar. Por eso puedes ir haciendo pequeños cambios en tu vida diaria como los que te indicamos a continuación:

- Mejorar tu autoestima desde dentro: darte cuenta de cómo te hablas, como te ves, y mejorar la relación contigo misma puede ser un gran paso! Puedes empezar buscando pequeños momentos en tu día a día en que te puedas cuidar haciendo cualquier actividad que te dé placer y cambiar los mensajes que te llamas a tú misma, imaginándote que hablas con otra persona: seguro que si fuera una amiga quién te planteara que tiene estas vivencias, le podrías decir muchas cosas positivas para desmontar estas falsas creencias.
- Reconocer y valorar tus competencias y conocimientos: intentar hacer un recorrido a lo largo de tu vida y observar todo lo que has conseguido gracias a ti misma puede ser un buen ejercicio para empezar a darte el valor que te mereces
- Reajustar tus expectativas: ser conscientes de aquellas expectativas que son impuestas por la sociedad o por el que vuelan los otros, a fin de poder dejarlas a un lado y centrarte en tus propias expectativas, en el que tú quieres y te hace feliz.
Estos pequeños cambios son posibles, pero no se un camino sencillo. En muchas ocasiones te puedes sentir perdida, puedes no saber por donde empezar y habrá muchas ocasiones en que te descubrirás repitiendo las mismas cosas que quieres dejar de hacer. Por eso te quiero recordar que siempre puedes pedir ayuda a un/a profesional, y por supuesto, si tienes cualquier pregunta sobre este tema u otros, no dudes al contactarnos.