Muchas veces no son las personas que te rodean ni tampoco las circunstancias las que te paralizan a la hora de tomar decisiones o hacer según qué cosas, sino que es tu propia mente quien en forma de potentes mensajes te llena de interrogantes, inseguridades, dudas, incertidumbres…

 

 

Son pensamientos e ideas que muchas veces no están fundamentadas en la realidad, sino tan sólo en suposiciones, en aquello que creemos y que no tiene porqué ajustarse a la realidad. Estos  pensamientos tienen la particularidad de que son automáticos y aparecen cuando menos los esperas.

 

Realmente todas las personas tenemos pensamientos automáticos pero no todos tienen el poder de hacernos sentir mal. Es la interpretación del contenido de este pensamiento el que nos puede disparar el malestar.

 

 

Por ejemplo, todos podemos pensar “¡Qué hambre que tengo!” y en ningún momento provoca problema alguno. En cambio, ante un acontecimiento nuevo podemos sentir como una especie de vocecillas internas que nos repiten “No lo harás bien”, “Esto te puede salir mal”… El problema precisamente viene cuando estos pensamientos acaban repercutiendo en la acción y consiguen despertarnos emociones negativas.

 

 

Para averiguar de dónde proceden estas creencias sería necesario hacer un buen análisis (incluso a veces con ayuda de un/a profesional) pero hoy quiero ser un poco más práctica y aportar algunas pautas para tratar de desmontar estos “monstruos” en forma de pensamiento que nos boicotean…

 

Pasos:

  • En primer lugar es necesario identificar cuál es el pensamiento concreto que aparece.

 

 

  • Análisis del pensamiento y diálogo interno:
  1. Cuestionarlo, encontrar evidencias a favor y en contra de que aquello que pensamos es realmente verdad. ¿Qué razones tengo para pensar esto? ¿Son buenos estos motivos?
  2. ¿Qué me aporta pensar esto?
  3. ¿Cuál es la probabilidad de que interprete correctamente la situación? ¿Estoy exagerando?
  4. ¿Es funcional esto que pienso? ¿Me sirve para algo? ¿Pensar de esta manera, me ayuda a conseguir mis objetivos y a resolver los problemas?
  5. ¿Ha pasado alguna vez esto que pienso?
  6. ¿Este pensamiento me ayuda a sentirme mejor?

 

  • Finalmente, hay que aprender a crear pensamientos alternativos teniendo en cuenta todas las posibilidades de interpretar la realidad, porque lo más probable es que nuestro pensamiento no sea el único planteamiento posible.

 

 

Y, a pesar de que no es fácil, si cada vez que te asalta alguno de estos intrusos pones en marcha la «maquinaria de cuestionamientos» que te he comentado, irás adquiriendo nuevos hábitos que te ayudarán a analizar y a entender las cosas desde otras perspectivas diferentes, más constructivas y funcionales que pueden promover una mejora en tu bienestar personal y emocional.

 

 

 

 

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