Y tú, ¿te quejas mucho?
Quejarse en momentos puntuales, como forma de desahogo, puede resultar muy terapéutico para aliviar un malestar emocional concreto, para ayudar a expresar emociones y sentimientos pero, ¿te has dado cuenta que hay personas que viven en la queja constantemente? O… ¿quizás también eres tú una de ellas?
Bien, sea como sea, es importante tener en cuenta que quejarse continuamente:
- No arregla el mundo. Compartir tu malestar con tu entorno puede ser funcional en ocasiones concretas, pero si te quedas atrapado o atrapada en la queja excesiva y recurrente, vas desperdiciando una energía mental brutal en lugar de enfocarla en actuar para cambiar lo que no te gusta (si es que puedes hacer alguna cosa para cambiarlo).

- Puede desgastar tus relaciones porque las quejas agotan y roban energías a quien las escucha.
- Te hacen daño a ti mismo/a porque entras en una espiral de pesimismo de la cual es difícil salir. Además, tu estado de ánimo se puede ver afectado y pueden empezar a aparecer pensamientos disfuncionales, autolimitantes, en forma de autoboicots o creencias irracionales relacionadas con aquello que te preocupa.

- Bloquea la capacidad de analizar la realidad desde diferentes puntos de vista, lo cual dificulta la capacidad de encontrar soluciones, tomar decisiones…

¿Qué podemos hacer para salir de este círculo?
- Identificar si nos quejamos en exceso.
- Responsabilizarnos de la gestión de nuestras emociones. Tenemos que aprender a convivir y gestionar la frustración y entender que no siempre todo será tal y como nos gustaría.

- Tomar la iniciativa y promover cambios si hay cosas que no nos gustan y está en nuestra mano cambiarlas. Es cierto que no siempre todo lo que pasa depende de nosotros pero eso no justifica que vayamos por la vida con una actitud pasiva, derrotista o de queja continua.

- Cambiar el foco de atención y no autoboicotearnos. Debemos ser realistas a la hora de analizar las situaciones porque es cierto que puede haber cosas que no vayan bien, pero también hay muchas otras que sí que van tal como queremos. Focalizarte únicamente en lo que te resulte negativo es injusto para ti i un atentado contra tu autoestima.

- Dar a cada cosa la importancia en su justa medida y no permitir que los pensamientos catastrofistas, negativos, sobredimensionados o generalizados dominen nuestra mente y nuestro comportamiento.

- Darnos espacios de tiempo específicos y bien definidos para quejarnos si realmente necesitamos desahogarnos. Recuerda que, tal y como hemos dicho, la queja en su justa medida también puede ser terapéutica y necesaria. Así, darse un tiempo de 10 minutos al día para despotricar, soltar sapos y culebras por la boca y expresar sin filtros todas las quejas que tengamos puede ser muy funcional. Eso sí, una vez acabado este tiempo, nos obligaremos a continuar nuestra vida con normalidad alejándonos de negatividades e intentando exprimir cada momento.